Reseña de libros infantiles #4:
Las tierras del Nuevo Mundo
¡Hola a tod@s! J
¡Lo sé, lo sé,
jolines! Tenía que haber subido esta entrada la semana pasada, pero fue el
caos. Así que, después de otro fin de semana algo ajetreado, por fin he podido
cumplir mi palabra y traeros la reseña de esta pequeña joyita recién
descubierta.
Aprovecho para dar un
millón de gracia a su autor, José Baena Castel, por haber confiado en mi
pequeño espacio para reseñar su obra. Desde aquí os digo que ojalá decidáis
darle una oportunidad: vale la pena.
Ficha técnica
Título: (Tierras
de Gyadomea 1) Las tierras del nuevo mundo
Autor: José
Baena Castel
Editorial: KDP
Amazon
Número de páginas: 216
ISBN: 9781512306576
Sinopsis
Varios
niños por separado, y de maneras diferentes, acaban en un mundo fantástico
llamado Gyadomea. Sin embargo, éste está divido en muchas tierras, mediante
barreras... algunas de ellas naturales, y otras producto de la magia. Éstos
aparecen en lugares diversos. Y en cada uno de ellos existen peligros y brujos
que enfrentar. Pero, no estarán solos. Todos, de un modo u otro, recibirán
ayuda.
Mi opinión
Lucy, Christian y Andrea son hijos de un famoso escritor
de novela fantástica, Javier. Pero no es sólo la escritura lo que
apasiona a nuestro escritor de best-seller, no. Antes de volver de una presentación en
EEUU, pasa por una pequeña tienda de antigüedades en la cual, por un precio
astronómico, se hace con un cofre repleto de anillos de lo más hermosos.
Junto con
los anillos se encuentra un espectacular collar. Pero… ¿Qué hay de
especial en estos objetos?
Tras la emoción ante el regreso de sus padre, Lucy,
Christian y Andrea pasan la tarde jugando hasta que, en cierto momento,
Christian y Lucy deciden ponerse los curiosos objetos de Javier. Para Christian un
anillo de turquesa, para Andrea la obsidiana Negra y para Lucy el hermoso
collar y el cofre con los demás anillos. ¿Cuál será la sorpresa de
nuestros tres pequeños al verse transportados a un mundo mágico, totalmente
diferente de lo que conocemos como Tierra?
Debo decir que siempre he sentido cierta predilección por
las historias de fantasía. Me gusta el hecho de que con un pequeño hechizo
pueda aparecer un puente para salvar el camino, que los malos sean reducidos a
cenizas y, por supuesto, que suceda todo lo que la imaginación alcance a crear.
Me ha
producido cierto sentimiento de nostalgia esta novela y es que José Baena
Castel nos brinda un sinfín de seres, situaciones y protagonistas de lo más
variopintos.
A riesgo de no haber captado el mensaje y viéndome en la
obligación de expresa mi opinión, me atrevería a decir que nuestro autor, en
esta primer parte de su primera trilogía, Tierras
de Gyadomea, nos ha querido recordar, en cierto modo, cuatro historias: Alicia en el país de las maravillas, Las
crónicas de Narnia, Harry Potter y El mago de Oz. ¿Y por qué digo esto?
El “teletransporte” lleva a Lucy a un camino de diamante,
y… ¿No era Dorothy la que siguió un camino de baldosas de oro? Por otro lado, la pequeña
Andrea, un bebé de dos meses, acaba en un camino de obsidiana negra y Christian
en un camino de turquesas. Estos tres caminos se dibujaron sin ningún tipo de
problema en mi mente y es que las descripciones, aunque escasas, son escuetas,
precisas. Perfectas, diría yo.
¿Y quiénes son nuestros otros protagonistas? Quiero hablaros
primero de mi favorito, Jack, un niño huérfano al que sus padres adoptivos
tratan realmente mal. ¿A quién os
recuerda? Exacto. A nuestro pequeña y adorado Harry. Me ha gustado muchísimo cómo Jack decide ir
en busca de la pista que le lleve a descubrir la verdad sobre sus padres, yendo
a parar a una vieja casa en la que una mujer rodeada de gatos le muestra unos
graciosos trucos. En la casa nuestro pequeño protagonista encuentra un
libro de magia blanca y una foto. La anciana decide regalarle un gato,
Fantasma, con el que viajará a otro mundo, uno totalmente distinto… Uno en el
que descubre que sus padres habían sido reyes de aquellas tierras y que un
malvado mago oscuro ahora tiene el poder en sus manos.
Nuestros últimos protagonistas son los Ramsay: Jéssica y
Tommy. Estos pequeños están con sus padres en una fiesta o feria medieval
cuando un hombre y una mujer los engañan para que los acompañen. Cuando los malhechores
están a punto de llevar a nuestros protagonistas ante Heraclion, brujo rey de
las tierras del Magigland, aparece Yarlem, el líder de los rebeldes. Juntos
viajan al Magigland, huyendo de los malhechores. Llega así su misión: devolver la magia a los mundos de
dicho reino. Por supuesto, nuestros pequeños protagonistas aceptan, siendo absorbidos
de pleno por un mundo digno de Alicia en
el país de las maravillas.
No exagero cuando digo que disfruté de todas y cada una
de las aventuras de todos nuestros protagonistas. Bien es cierto que Jack logró abrirse un huequito algo
más grande en mi corazón, con su lucha por derrocar a Ahimylión, rey de las
Tierras del Reino Encantado. Su viaje para lograr la gema, su reencuentro con
Logan, su tío… Fue realmente fabuloso.
Tal vez la historia más desafortunada es la de los
hermanos Lucy, Christian y Andrea. No quiero desvelar nada, pero el cómo
ciertos aspectos de Las crónicas de
Narnia se fusionaron con El mago de
Oz me dejó con una sonrisa de oreja a oreja. Es una historia bonita, sin
duda, con un final agridulce.
Los toques más cómicos nos los aportan Ribufag y Crúknik,
dos graciosos gnawing que acompañan a Christian en la búsqueda de sus hermanas.
La aventura llega de la mano de Vankian, el príncipe de la Tierra Central que,
junto a Lucy irá en busca de Andrea y Sassia, su amor secuestrado antaño.
Tommy y Jéssica irán en busca de su objetivo de la mano
de los voladores, unos seres realmente curiosos y entrañables, así como de un
anciano cuenta cuentos. Debo
decir que me hubiera gustado poder leer alguno de sus fabulosos cuentos pero,
bueno, “la próxima vez será”.
Poco más puedo decir, aparte de que espero con ganas leer
la segunda parte, para saber qué pasará con Lucy, Christian, Vankian, Sassia y,
por supuesto, Andrea y el Brujo Supremo.
Con todo, Las tierras del Nuevo Mundo, es una primera parte trepidante, cargada de momentos tiernos, otros
desgarradores y evocaciones francamente maravillosas. Para ser el primer libro
del autor, no está nada pero que nada mal.
Nota: 4,75/5
Citas
(…)
-¡Vaya!
Deberías venir conmigo más a menudo. Ese burro te ha hecho más caso a ti, que a
mí desde que lo tengo.
-Sólo hay
que comprenderlo un poco.
-¡Comprender
a un burro! ¡Eso es lo más cómico que he oído en toda mi vida! – exclamó el
hombre, riéndose a carcajadas. Lucy se le quedó mirando unos segundos, un poco
pensativa. Luego, comenzó a reír a carcajadas ella también.
(…)
(…)
-¿Sabéis
acaso, si más adelante vuelve a aparecer?
-Eso sí
lo sabemos. Sí. Justo un poco antes de la salida del bosque, por el este –
Ribufag parecía hablar por los dos gnawings.
-Sí. Por
el este – dijo también Grúknik.
(…)
(…)
-Vamos.
Anímate, muchacho – le dijo Rásgjar, dándole un pequeño empujón hacia su tío.
De pronto, le salieron unas lágrimas motivadas
por la alegría del momento; se lanzó corriendo hacia Logan y lo abrazó con toda
su fuerza.
El mago hizo lo mismo.
-Tranquilo,
chico. Ya estamos juntos. No volverás a estar solo.
En ese momento, el gato siamés de Jack, maulló
repetidamente.
-Ven, Fantasma. Tú también tendrás tu abrazo –
el animal pareció entenderlo, porque salió disparado hacia él y saltó sobre sus
brazos.
(…)
(…)
-No creo
que ninguno de ellos se atreva a atacarnos, con la candelaria que hemos hecho.
Si los animales le tienen miedo al fuego; los insectos o lo que quiera que
sean, deben tenerlo miedo también.
(…)
(…)
-Extraña
facultad la tuya – dijo Jéssica – ¿Sabes hacer algo más aparte de volverte
invisible por capítulos?
-Sí,
pero, también puedo desaparecer y aparecer de una sola vez. Te lo mostraré – el
gnomo volvió a aparecer entero, para luego desaparecer por completo, y de nuevo
volver a aparecer –. ¿Has visto?
(…)
(…)
Las tres brujas eran muy peculiares. Más que
viejas, eran arcaicas, atemporales. De diferente estatura, Era representaba al
pasado, y su cabeza separada de su tronco, iba y venía independientemente de su
cuerpo. Es representaba el presente, y aparentemente era la única que parecía
normal. Será representaba el futuro, y en su caso, eran sus ojos los que se
movían al libre albedrío para más tarde regresar a sus cuencas.
(…)